Mindfulness running
Con los propósitos de Año Nuevo, lo más común es que nos planteemos objetivos para empezar el 2018 "con buen pie". Una de las opciones suele ser empezar a correr pero, ¿cómo podemos alcanzar este objetivo sin caer en el automático y perdernos en el proceso? El running puede convertirse en algo mecánico donde podemos acabar encadenándonos a nuestros pensamientos, problemas del trabajo o familiares, conversaciones que hemos tenido o que tendremos... todo menos ir atentos/as al presente.
Pero ese momento de ejercicio físico puede ser una oportunidad maravillosa para aprovechar y también trabajar la mente con nuestra práctica de mindfulness. Tanto la mente como el cuerpo son parte de lo que somos y la carrera es una oportunidad perfecta para armonizar ambas realidades.
La idea es estar concentrados/as en la actividad, poniendo todos los sentidos y la atención en diversos aspectos de la práctica de correr.
IDEAS PARA PRACTICAR MINDFULNESS RUNNING
1. Céntrate en la respiración: Antes de empezar a correr, puedes realizar un minuto de respiración consciente, es decir, conectando contigo y con tu respiración; simplemente obsérvala, sin juzgar y sin querer cambiarla. Esto te ayudará a parar y concentrarte en la tarea que vas a realizar.
Durante la carrera, observa tu respiración: cómo el aire entra y sale por la nariz, cómo viaja por las fosas nasales hasta tu garganta, cómo llega a los pulmones y al diafragma. Puedes ir repitiéndote cada vez que inspiras 'in' o 'dentro' y cuando expiras 'out' o 'fuera'.
Otra opción es que te repitas mentalmente 'respiro despacio y profundo'. Esto te ayudará a mantenerte atento/a siendo más consciente de la carrera y de tu respiración. 2. Observa lo que te rodea, percibe tus sentidos: Mientras corremos podemos observar nuestro alrededor (aunque suene fácil, muchas veces vamos tan ensimismados que no nos damos cuenta ni por dónde hemos pasado). Toma conciencia de lo que están viendo tus ojos. Es posible que puedas apreciar algún detalle que hasta hoy te había pasado desapercibido. Date permiso para no tener prisa y sentir que realmente estás observando lo que miras. Puedes escuchar los sonidos de tu respiración, de tu pisada, del viento que mece los árboles, los pájaros... Siente los latidos del corazón, el balanceo de los brazos, observa el peso de tu cuerpo con cada zancada, cómo tu pié se pone en contacto con el suelo, cómo los músculos van cambiando, cómo algunos se estiran mientras otros se contraen... Aprovecha para oler los distintos matices que te llegarán de la tierra, del viento... y siente tu saliva cómo va cambiando según avanzas con el ejercicio. Si bebes agua o tomas alguna bebida, presta atención al recorrido que hace desde la boca hasta el estómago, su sabor, densidad, etc.
3. Prueba distintos horarios (si te resulta posible) para ir a correr: Puedes ir explorando con curiosidad distintos momentos del día para ir a correr e ir observando cómo reacciona tu cuerpo y tu mente. Puedes convertir esto en un juego que te hará descubrir aspectos de ti mismo/a. Disfruta del descubrimiento y ve creando tu propio método. Por ejemplo, correr de noche hace que tengamos menos estímulos para controlar. La oscuridad puede resultar relajante y, además, mejora la propiocepción. 4. Reconoce el bienestar:
Durante la carrera nuestro cuerpo se ejercita, se carga de energía, libera toxinas, adrenalina, etc. Podemos concentrarnos en conectar con ese bienestar. Si somos capaces de apreciarlo, seremos capaces de disfrutar cualquier actividad. La felicidad no reside en el exterior sino que está dentro de nosotros/as. Esta capacidad de conectar con el bienestar interior puede entrenarse y la carrera es una gran oportunidad para ello.
Si nos despistamos durante el proceso, simplemente nos damos cuenta y volvemos a nuestro cuerpo con cariño y sin juzgarnos; volvemos a la respiración, al balanceo de los brazos, a la pisada de nuestros pies... No hace falta castigarnos por haberlo "hecho mal", simplemente seguimos corriendo, atendiendo a nuestro cuerpo. Correr se convierte así en una magnífica oportunidad de reconectar con el presente, con nosotros/as, de descansar de las preocupaciones y arrepentimientos de la vida cotidiana. Poco a poco iremos dejando de juzgar para, simplemente, aceptar lo que ocurre a nuestro alrededor.
¿Y tú, te atreves a empezar?