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Felicidad eudaimónica y felicidad hedónica ¿Y tú de quién eres?

"No cuestiones tu felicidad, porque puede que de tanto cuestionarla halles razones para no tenerla"

(Anónimo)

El tipo de felicidad que sientas va a afectar en gran medida a tu salud: el tener un propósito en la vida y verla llena de sentido produce un efecto positivo en nuestro bienestar potenciando, incluso, nuestro sistema inmune.

Curiosamente, ni todos los que tienen lo que desean se sienten felices, ni todos los que tienen carencias son infelices. Felicidad se confunde a menudo con la alegría de un momento, pues si observamos lo que sucede desde hace varios años, se ha venido afirmando que se trata de estados puntuales y pasajeros.


Pero la felicidad se podría definir también como una forma de vida, siendo necesarios los altibajos que todos/as tenemos, aprendiendo a distinguir los diversos momentos y gestionándolos a lo largo del tiempo. Algunas personas, las que conservan una actitud abierta, empática, con una vida saludable y de superación, sienten la felicidad como un hábito a trabajar.


Tradicionalmente se ha hablado de dos tipos de felicidad diferentes en función de los medios empleados para alcanzarla. Ambas serían las formas que tendría nuestro cerebro de obtener felicidad:


1. La felicidad eudaimónica

  • Dar sentido, significado y propósito a la existencia de la persona.

  • La gente se siente feliz si experimenta propósitos en la vida, desafíos y crecimiento personal.

  • Relacionado con realizar actividades altruistas, conseguir objetivos o gratificaciones simbólicas a largo plazo.

  • Es un factor de protección para el desarrollo de los síntomas de depresión, ya que fomenta la sensación de autorrealización y mejora el autoestima


Ejemplos: conductas prosociales, ayudar a los demás, participar en actividades que tengan una repercusión positiva para la comunidad...



2. La felicidad hedónica

  • El aumento del placer y la disminución del dolor nos llevaría a la felicidad.

  • Se encuentra vinculada a realizar actividades centradas en uno mismo, a la autogratificación y en obtener placer a corto plazo.

  • Puede motivar conductas de dependencia o adicciones cuando se practican de una forma no adaptativa y patológica.


Ejemplos: comer, realizar compras, mantener relaciones, jugar con el móvil...



La felicidad, por tanto, no sería el resultado de la búsqueda del placer, sino del desarrollo de capacidades de la persona y de sus virtudes. Lo importante sería ser consecuentes y no perder el valor de las cosas que nos rodean.


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